domingo, 7 de julio de 2013

Dos películas de Isao Takahata

Isao Takahata es quizá uno de los realizadores más importantes de Japón; como director, productor y guionista ha trabajado en diversas cintas de animación. Quizá el nombre no nos suene conocido, pero él es uno de los fundadores, junto con Hayao Miyazaki, de los estudios Ghibli. Es probable que tengamos más en mente películas realizadas por Miyazaki, sobre todo porque algunas han sido reconocidas y aclamadas por el público occidental (El viaje de Chihiro y El increíble castillo vagabundo, por ejemplo); sin embargo Takahata cuenta en su filmografía con trabajos que están a la altura de cualquiera, aquí les recomiendo dos:

La tumba de las luciérnagas 



Es la película más triste que he visto en mi vida. Así, tal cual. Considerada como una película con un mensaje antibélico, La Tumba de las Luciérnagas (1988) relata la historia de Seita (14 años) y Setsuko (5 años) dos hermanos que se quedan huérfanos después de que su madre muere a consecuencia de los bombardeos de los aviones estadounidenses -durante la Segunda Guerra Mundial- en su ciudad, Kobe.  Seita y Setsuko quedan al cuidado de sus tíos quienes los tratan con desprecio, por lo que deciden irse a vivir por su cuenta a un refugio antiaéreo abandonado.

La película se ambienta casi al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Japón estaba siendo derrotado; esto sumió a la sociedad en una crisis económica y humana. Es así que a través de la mirada de Seita y Setsuko se nos muestra toda la crueldad que trae consigo la guerra y las consecuencias horribles que tiene que enfrentar la población civil. Pero lo verdaderamente desgarrador es ver el destino que enfrentan los niños, aquellos huérfanos de guerra cuyo futuro se ve sesgado por un conflicto que dentro de su inocencia no alcanzan a entender. Los huérfanos de guerra se tuvieron que enfrentar a la soledad, al dolor y al hambre.

Ahora bien, La tumba de las luciérnagas es una película que no se centra en sí en el conflicto bélico sino en las consecuencias sociales de este. Además, se plasma cómo la sociedad se va deshumanizando ante el dolor ajeno; el sentido de sobrevivencia que desata la guerra en las personas hace que éstas cada vez se preocupen menos por los demás. La película retrata las costumbres y la cultura de la sociedad japonesa de aquel tiempo, donde las necesidades de la nación están por encima de las necesidades individuales. 


Con esta película, Takahata ofrece una visión desgarradora de la guerra, mostrando las consecuencias que trajo a la sociedad japonesa pertenecer a un país derrotado. Al mostrar el dolor de una manera tan humana y realista se reafirma su mensaje en contra de los conflictos bélicos, como lo han hecho otros filmes relacionados a la Segunda Guerra Mundial (La Lista de Schindler, El Pianista, Cartas desde Iwo Jima, etc.) Pero el gran logro de Takahata es crear un drama basado en acontecimientos históricos a través de la animación, dotándolo de realismo y verosimilitud. El uso de la animación en vez de ser un impedimento para imprimir realismo a la obra, le da la libertad de reconstruir lugares y pasajes históricos que de otra forma hubieran supuesto un coste enorme de producción, además de que le permite dar el dramatismo que busca de los personajes principales.

La tumba de las luciérnagas está basada en la novela homónima de Akiyuki Nosaka, la cual esta inspirada levemente en acontecimientos de su infancia. Constituye así en un intento de mostrar a las nuevas generaciones el horror vivido durante la guerra, como un homenaje a la memoria. 

Mis vecinos los Yamada



En un polo opuesto, y alejándose del dramón que supuso La tumba de las luciérnagas, en 1999 dirige Mis vecinos los Yamada, una película basada en el manga Hisaichi Ishii. Aquí vemos el día a día de una familia japonesa tradicional de clase media enfrentándose a los problemas diarios de la vida, siempre con una dosis de comedia.

A manera de pequeñas historias que se entrelazan en la cotidianidad de los Yamada, la película retrata las aventuras de Takashi, el padre, Matsuko, la madre, Shinge, la abuela, y los hijos, el adolescente Noboru y  la pequeña Nonoko. Al no haber una trama central, el filme se centra en cada uno de los personajes y en su manera de relacionarse con los otros; las situaciones cotidianas son tratadas micro relatos en los que los Yamada hacen frente a sus problemas con humor, finalizando siempre con el mensaje de amor familiar.

Algo que se resalta dentro de las múltiples tramas que hay en la película es el retrato de las costumbres y tradiciones de las familias japonesas; es entonces que la película se muestra como un manual de las creencias y la forma en la que se concibe el matrimonio, el cuidado y educación de los hijos y la idea de la familia. 

Con esta película, Takahara se aleja de la animación clásica presente en los trabajos del estudio Ghibli. Queriendo conservar la esencia del manga, el director conserva los trazos "simplistas" que lo caracterizan; esto en vez de restar valor al trabajo y a la animación crea la sensación de encontrarnos dentro de una tira cómica, lo que hace ver este filme sea toda una experiencia. Cabe destacar que esta fue la primera película del estudio en ser animada totalmente por computadora, pese a ello los trazos y el coloreado de los dibujos parecen hechos a mano.



Lo que queda claro es que Takahara siempre ha buscado experimentar nuevos géneros dentro de sus obras; ha pasado del drama a la comedia sin mayor reparo. Pero algo que caracteriza a sus obras es que son sumamente tradicionalistas y en todas ellas se retrata las costumbres y la idiosincrasia japonesa; ahí encontramos plasmadas las costumbres y el folclor de su pueblo, pero sobre todo la manera de pensar y de actuar de la sociedad. Para muestra también hay que echar un vistazo a sus otros dos trabajos: Pompoko y Recuerdos del ayer.


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