domingo, 26 de agosto de 2012

Rainbow: Nisha Rokubo no Shichinin, la reconstrucción.

We are just the trash of society,
 and if we don't risk our lives for every chance we get,
 we'll become nothing more than sore losers.



Lo más difícil de todo es la reconstrucción. Unir los pedazos; buscar entre los escombros aquello que nos permita volver a empezar. La reconstrucción como un nuevo comienzo, no mejor, pero sí diferente.  Si pudiera definir a Rainbow: Nisha Rokub no Shichinin (2010) con una palabra sería  precisamente con esa: reconstrucción.

Este anime, escrito por George Abe e ilustrado por Masasumi Kakizaki, nos cuenta la historia de seis adolescentes que son encerrados en un reformatorio cerca de Tokio. Nos encontramos en Japón en los años cincuenta, después de su “vergonzosa” derrota en la segunda guerra mundial, en plena ocupación norteamericana, pero sobretodo, en medio de un proceso de reconstrucción.

Estos adolescentes entran al reformatorio por distintas causas, las cuales se irán mostrando a lo largo de la historia; todos tienen un pasado amargo que los llevó a tomar acciones que terminaron en su reclusión, y ahora tendrán que enfrentar un proceso de “readaptación social”. Estas acciones se justifican en parte por el contexto en el que viven; todos son hijos del Japón empobrecido por la guerra, vivieron la miseria que dejaron las bombas nucleares, el hambre, la desolación. Es precisamente en ese ambiente donde el crimen se muestra como una opción, la única.



Una vez dentro del reformatorio son víctimas de vejaciones y humillaciones por parte de los otros internos y de algunas autoridades. Nuestros seis protagonistas (Mario, Maeda, Nomoto, Matsura, Tadayoshi y Yokosuka) no tienen mucho en común, son de edades y temperamentos diferentes; lo único que los une es la celda en la que se encuentran, ese espacio que se ven obligados a compartir. Es ahí donde conocen a Sakuragi, un joven mayor que ellos que se muestra frío y engreído. Él los recibe con su primera golpiza, pero pronto les da una lección: para sobrevivir en ese ambiente oscuro deben estar juntos, como cómplices, como hermanos. Es así que Sakuragi aparece como un rayo de luz; se muestra confiable, sabio, amigable; todos se apoyan en él y por eso lo apodan  anchan (hermano mayor) pues encuentran la ternura que nunca han tenido en ese rostro endurecido por las circunstancias.



Yo divido este anime en dos partes; la primera es la destrucción misma, es la vida de estos siete dentro de la correccional, con toda la crudeza que esto conlleva, donde se les despoja de toda humanidad, donde les roban lo último que les queda de inocencia. La imágenes y situaciones son muy duras, algunas extremadamente violentas y explícitas. Pero hay que reconocer que a pesar de toda esta oscuridad y decadencia que está presente, del uso indiscriminado de la sangre (que es necesaria dado el tema que aborda), el dibujo y la animación son  bellísimos. Cabe resaltar el uso de close-up que sirve para acentuar el sufrimiento de los personajes. Los   flashbacks aparecen entonces como brumas, como sombras de un pasado que cuesta trabajo recordar, algunos recuerdos son dolorosos, otros no.

En esta primera parte todos tienen presente un sueño, ese algo que desean realizar después de salir de ahí; el sueño se muestra como aquello a lo que deben aferrarse para sobrellevar la situación.  Los siete se apoyan, luchan, se motivan. Hay que soportar, hay que sobrevivir, hay que salir de ese lugar y conseguir los anhelos.



La segunda parte es la reconstrucción, la vida fuera del reformatorio, el largo (y doloroso, sin duda) proceso de retomar sus vidas, de reconstruirlas a partir de los pedazos que quedaron. Todos tienen un nuevo comienzo, los vemos tratar de cumplir el sueño que los mantuvo vivos durante su estancia en “el infierno”. Cada uno sigue con su vida a partir de lo que van encontrando en el camino. Ahora tienen que sobrevivir en la luz, en la sociedad que los juzgó en el pasado y que los sigue juzgando; en una sociedad en decadencia y lastimada. Sin embargo ahora cuentan con el consuelo de que se tienen el uno al otro, tienen los lazos que forjaron con sangre y lágrimas. Este proceso es el más difícil, pues supone sanar las heridas. Levantarse siempre es más difícil que caer. Pero ellos lo hacen; a su modo se abren paso en la vida, buscan un lugar al cual pertenecer. Los veremos reconciliándose con las personas de su pasado, aprendiendo a vivir, a confiar nuevamente, a amar.

Una de las características de éste anime es el realce que se le da al contexto histórico-social. En este caso es una mirada a la sociedad japonesa que, devastada por la guerra, empezaba el proceso de restauración, con todos los problemas que esto supone. Podemos observar la relación que los ciudadanos japoneses tienen con los soldados estadounidenses que llegaron a “invadir” su país; es una muestra de este choque accidentado de dos culturas totalmente distintas. También se aprecia la “occidentalización” que adoptaron muchos japoneses como forma  de encajar en los nuevos tiempos.



La experiencia del autor se ve reflejada en la historia, George Abe vivió los tiempos difíciles que siguieron a la Segunda Guerra Mundial; él mismo pasó un tiempo en la correccional, lo que afirma que le sirvió de inspiración para la creación de este anime.

La  amistad entonces toma una gran fuerza dentro de la trama. Vemos cómo el mensaje esperanzador sólo puede surgir en un ambiente retorcido y decadente, pues es precisamente en la oscuridad donde la promesa de luz se hace más fuerte, más deseable, más pura. Ellos juntos forman un arcoíris que surge en medio de las ruinas que son sus vidas, pero también, en medio de las ruinas de un país que sufrió todos los embates de la guerra, dos bombas nucleares y la derrota.

Rainbow: Nisha Rokub no Shichinin es un anime crudo como la vida misma (no recomendado para corazones débiles) pero al igual que en la vida hay momentos hermosos donde aparece la amistad, la esperanza y el amor. No importa que tan oscuro sea el paisaje, los arcoíris saben abrirse paso; no importa cuántas veces nos destruyan, siempre podremos reconstruirnos, empezar de nuevo.


  

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