El escenario es un pequeño pueblo
de la isla de Kyushu, al sur de Japón, en los años sesentas. El Japón de la
posguerra, sangrado por la derrota, tratando de reconocerse a sí mismo; de
mantener su identidad. El jazz suena en los bares que frecuentan las fuerzas
norteamericanas estacionadas en el archipiélago y también en la pequeña tienda
de discos de la familia Mukae, que será el centro sobre el que girará la
historia de Kaoru Nishimi, Sentaro Kawabuchi y Ritsuko Mukae.
Kaoru, estudiante de primer año de preparatoria, llega a Kyushu para vivir con sus tíos buscando establecer raíces en algún lado después de llevar una vida nómada con su padre. Nunca ha tenido alguien a quien llamar amigo ni se ha enamorado. ¿Cómo podría hacerlo alguien que no tiene siquiera un espacio que pueda llamar suyo?
De forma más o menos fortuita,
Kaoru hace amistad con Sentaro y Ritsuko, compañeros de su clase y amigos de
toda la vida. Ritsuko es la hija del dueño de la tienda de discos en cuyo
sótano Sentaro practica jazz con su batería. Kaoru, que es un pianista clásico
competente, nunca había escuchado jazz y a partir de entonces no le interesará
otro tipo de música. El jazz será el aceite sobre el que se deslizará su
amistad y mostrará su eficacia como canal para el desahogo de las emociones.
Si tuviera que decir de qué se
trata, cuál es el hilo conductor que dirige esta historia, me alcanzarían dos
palabras: la vida. Cualquiera puede identificarse con la soledad de Kaoru, la tozudez
de Sentaro o la inseguridad de Ritsuko. Sakamichi
no Apollon es una historia directa, sin pretensiones, bien contada. Sus
personajes son entrañables y conmovedores; núcleos que, si los observamos con
honestidad y simpatía, reflejan mucho de nosotros mismos. En el fondo, es una
historia que trata de la amistad, el amor y la necesidad de echar raíces en
algún lado; la constante búsqueda personal.
Está basada en el manga homónimo
de Yuki Kodama y dirigida por Shinichiro Watanabe, conocido por trabajos
previos como Cowboy Bebop, Escaflowne y
los cortos Kid’s Story y A Detective Story¸ que formaron parte de
The Animatrix. La música corrió a
cargo de Yoko Kanno, que ha colaborado antes con Watanabe y también se conoce
por sus trabajos en Cowboy Bebop,
Escaflowne y, además, Macross Frontier y Ghost in the Shell:
Stand Alone Complex.
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